31 mayo 2011

APUNTES SOBRE LOS DESAFÍOS ENERGÉTICOS DEL URUGUAY.

Una de las grandes preocupaciones de los países desarrollados o que, como el caso de Uruguay han crecido y aspiran a continuar haciéndolo, es el del abastecimiento energético. Parece claro para todos que sin energía no hay crecimiento y que este implica mayor consumo de aquella, por lo tanto, para no detener los avances ni el crecimiento, es necesario que el país piense de qué forma va a solucionar sus problemas de abastecimiento energético que es caro y cada vez más escaso.

Desde hace un tiempo el país asiste a un interesante debate sobre qué tipo de energía consumir y cuál es la que puede producir de tal forma que abarate costos y nos haga menos dependiente del petróleo que además de sus alto precio es altamente perjudicial para el medio ambiente.

Las opciones son claras y pueden numerarse con facilidad: energía nuclear, solar, eólica  y biocombustibles, el asunto es decidir cuál es la que más nos beneficia en cuanto a seguridad, costo y eficiencia.

Respecto a la energía nuclear, cabe señalar que en el Parlamento Nacional a nivel de la comisión de Industria, Energía y Minería está discutiendo el tema y de acuerdo a lo que ha trascendido en la prensa hay varios legisladores que no descartan la posibilidad de su explotación. Fue el Dr. Tabaré Vázquez quien, como presidente en 2008, impulsó la discusión con el objeto de evaluar la posibilidad de su uso y aún en estos días se está discutiendo el tema. Pero como todos sabemos es una forma energética muy resistida a pesar de sus ventajas, porque cuenta con la gran debilidad de que cuando ocurren accidentes estos son gravísimos. Todos recordamos lo sucedido en Chernobyl el 26 de abril de 1986, y quienes no vivían entonces seguramente han leído sobre aquel accidente terrible. Más cerca en el tiempo, hace solo unos meses, el terremoto y tsunami en Japón marcará un mojón en la historia de la energía nuclear mundial del cual sólo se podrá evaluar sus costos presentes y futuros con el paso de los años.

Hay quienes dicen que Uruguay podría desarrollar este tipo de energía debido a que es un país de suelos estables por lo que la tragedia ocurrida en Japón no tendría cabida. Sin embargo recientemente trascendió en la prensa que en enero de 2006 Uruguay sufrió un riesgo real de sufrir un tsunami consistente en una enorme ola que avanzaba a 300 kilómetros por hora, por lo que el riego de una catástrofe como la nipona bien puede darse en nuestro suelo, seguramente  como fruto de los cambios que la naturaleza viene experimentando desde hace un tiempo. Evidentemente no queremos convertirnos en una Fukushima ni en otra Chernobyl, y el mundo debería repensar el uso de esta energía, como sabiamente lo ha hecho Alemania.

El aprovechamiento del calor del sol es escasamente utilizado y no hay grandes proyectos en Uruguay.

La energía eólica es limpia y renovable y si Uruguay pudiera combinar el uso de sus ríos (hidráulica) con sus vientos para la generación de electricidad sería un gran avance estratégico debido a que nos daría un importante grado de independencia.

Según algunos estudios, el  de Uruguay es un territorio en el cual puede explotarse este tipo de energía por su baja densidad poblacional y buenos vientos. Es, además, la más limpia, compatible con la producción agropecuaria, y sus críticos solo encuentran dos argumentos menores para oponerse a ella: las aves se golpean y mueren, y la contaminación sonora. En cuanto a las aves, nuestro país no cuenta con una gran población de estos animales como ocurre en otros países, por lo cual no sería un problema para nosotros; tampoco el sonido que emiten los molinos ya que éstos no se escuchan a una distancia mayor a los quinientos metros.

A igual que la eólica para la generación de energía eléctrica, el biocombustible se presenta como solución para disminuir nuestra dependencia del petróleo, especialmente en el uso de combustible. Masivamente se ha dicho que el biocombustible es una opción positiva para países agrícolas que como nosotros no tienen petróleo y dependen de su importación que siempre encarece toda la cadena productiva y de consumo. Además se presenta como una alternativa ecológica no contaminante.

Sin embargo y a pesar de que no existen estudios definitivos, hay dos problemas básicos al respecto de los combustibles a base de granos forrajeros y aceites vegetales: el primero es que encarece enormemente los alimentos en un mundo donde millones mueren de hambre cada año. Si pensamos egoístamente el uso de esta opción nos podría favorecer doblemente ya que nos aliviaría la dependencia del petróleo y garantizaría buenos precios de los granos que exportamos. El segundo problema radica en que según algunos informes de organismos internacionales, a nivel mundial se están produciendo biocombustibles de tan mala calidad que son tan contaminantes como el petróleo o el carbón.

¿Cuál es la mejor elección al momento de abrir nuevos caminos en la generación de energía? Es difícil saberlo, pero la opinión pública debería estar atenta a este debate de gran trascendencia para el presente y el futuro. Esperamos que desde el gobierno y la oposición se analicen todas las opciones posibles y se tenga la sabiduría de elegir la mejor.

Líber del Fuerte.

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