22 junio 2011

CONTENEDORES DE BASURA, OTRO FRACASO CAPITALINO.

El matutino El País informa hoy que en seis meses fueron incendiados 1.500 contenedores de basura, y que en cada caso Bomberos utiliza unos 400 litros de agua potable en extinguirlos. Al momento de analizar las causas, el artículo menciona dos: vandalismo e imprudencia., y agrega que mientras el vandalismo se debe a la carencia de valores, la imprudencia se configura cuando se arrojan elementos corrosivos que generan llama o porque algunos vecinos al ver que el contenedor está lleno pretenden hacer lugar quemando su contenido. Pero debemos ser claros y creo que todos vamos a estar de acuerdo en que el descuido o la destrucción de los contenedores no tiene nada que ver con la suciedad que caracteriza a la otrora bella ciudad de Montevideo.

No voy a ocuparme de la mugre que los ciudadanos sufrimos a diario al caminar por las calles de la capital, ni del mal olor que caracteriza algunas zonas o esquinas, sino de lo que imagino sufren los vecinos que han tenido la mala fortuna de tener un contenedor frente a sus casas, a veces justo en la puerta o una ventana.Un asunto sobre el que tampoco es necesario explayarse demasiado porque cualquiera puede darse cuenta de la incomodidad que genera esa situación que reduce y amontona la suciedad de toda una cuadra en un punto, con el consecuente peligro para la salud del desafortunado que además del mal olor soporta los insectos que ese olor genera, sin contar los residuos tóxicos que pueden arrojarse allí como ocurrió recientemente y causó alarma ante la aparición de perros y gatos muertos.

A todo eso súmese la presencia de urgadores que en su búsqueda de algún objeto que luego puedan negociar o de alimentos para comer sacan bolsas, las rompen, desparraman el contenido y se van dejando más suciedad de la que había cuando llegaron. Y el vecino es el que sufre mientras espera el pasaje del camión recolector.

Cuando las autoridades capitalinas implementaron los contenedores se aseguró y argumentó que serían positivos para la limpieza de la ciudad, ayudando al cumplimiento de la promesa electoral que aseguraba una ciudad limpia en cuestión de días. Ni Tabaré Vázquez, tampoco Mariano Arana en sus diez años, Ricardo Erlich en cinco ni Ana Olivera por ahora han sabido cumplir con lo que es uno de los fines básicos de la Intendencia y por ello obligación fundamental de todo intendente: limpiar la ciudad. Por el contrario todo indica que se empeora y desde que se implentó el actual sistema (durante la administración Arana) los contenedores parecen responder más a una política de reducción de gastos por tercerización que de eficiencia sanitaria.

Lo que cuesta entender es por qué hay vecinos que deben soportar la suciedad  en las purtas de sus casas cuando pagan los mismos impuestos  que aquellos que la depositan allí, pero en fin, esa es otra perla del fraaso de la administración capitalina.

Liber del Fuerte.  

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