Hay varias formas de medir la
democracia y el nivel de libertades de las sociedades. O dicho de otra manera
hay varias formas de medir los totalitarismos y el nivel de opresión de las
sociedades. Una de esas formas, desde mi punto de vista la más importante, es
la libertad de prensa. Cuanta mayor libertad tengan las empresas
periodísticas y los periodistas, mayor es la libertad de esa sociedad, porque a
través de los periodistas y de los medios la opinión pública (yo, tu, el,
nosotros…) recibe información. Y es el
mismo ciudadano el que debe tener la libertad de elegir el medio por el cual desea
informarse, así, de esta manera, cada diario, radio o canal de televisión
arma su contenido de la forma que crea conveniente y es el consumidor quien elige
por sí y sin intervención estatal alguna qué lee, escucha o mira. Por esto último
es buena y positiva la existencia de
medios tan contradictorios como por ejemplo los diarios El País, La República o
La Juventud; las radios Carve, Centenario o AM Libre, o las cadenas CNN y
Telesur, cada cual resaltando no lo que le gusta a algún gobierno en
particular, sino lo que cree debe resaltar, y los ciudadanos libres optando por
el medio que más le gusta.
Foto de noticias.com |
Agrega la crónica que la idea del mandatario era restringir la
cantidad de publicidad que el Estado publica en los medios de comunicación como
forma de enviar una advertencia hacia el periodismo, y dijo que consideraba positivo que trascendiera lo
que él pensaba para dejar en claro que no dudará en tomar medidas de este tipo.
Enseguida los directores de las
empresas se manifestaron críticos con la idea planteada y argumentaron que ella no es adecuada a la estrategia publicitaria de las empresas. Al
parecer ninguno planteó objeciones de
fondo como por ejemplo lo inmoral que es amenazar la libertad de prensa, ni que
esa actitud constituye una idea propia de dictadores y totalitarios.
Al final de la reunión y refiriéndose
al tema prometió “vamos a estudiarlo” y que seguiría el tema de cerca. Vale decir
que la amenaza continúa balanceándose sobre
la cabeza de los periodistas, y tan es así que en su audición radial Mujica
cuestionó que los medios “gasten tanto tiempo en difundir las desgracias en las
calles” y a la vez “tienen la mínima fuerza en contribuir en materia de valores”.
Como era de esperar la oposición
reaccionó inmediatamente, pero particularmente interesantes fueron las palabras
del diputado nacionalista Álvaro Delgado que recordó las recomendaciones de la
Relatoría sobre Derechos Humanos de la OEA. “La publicidad oficial tiene que ser trasparente, medible y no puede
condicionar ni ser una forma de censura”, dijo el legislador.
Foto de periodistas-es.org |
PRECISIONES. Primero: los gobiernos deben garantizar la libertad
de prensa como derecho fundamental. Cualquier amenaza o restricción viola
los derechos humanos. Segundo: el
gobierno no debe utilizar la publicidad oficial para premiar ni castigar a los
medios, quienes castigan o premian son los ciudadanos que eligen qué medio consumir
y cual no. Tercero: el gobierno debería cuestionar y actuar si los medios no
dicen la verdad, pero nunca castigarlos
por cumplir con el deber de decir lo que sucede. Esto me recuerda la
leyenda de aquel rey tan cruel que cada vez que alguien le comunicaba una mala
noticia se desquitaba matando al mensajero, y así logró vivir en la mentira al
punto que cuando dejó de ser rey nadie se animó a comunicárselo. Cuarto: la ola de violencia no va a parar porque no
se informe sobre ella.
Cuando el periodismo sufre persecución
en mayor o menor medida en países como Venezuela, Ecuador, Bolivia, Argentina y Cuba, en
Uruguay deberíamos estar alertas pues ya es
costumbre que nuestros gobernantes culpen a la prensa de aquello sobre lo que
ellos mismos son responsables.
Líber del Fuerte.
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