23 junio 2011

¡LASTIMA POR PEÑAROL, URUGUAY Y LOS URUGUAYOS!


Peñarol acarició pero finalmente no obtuvo la sexta Copa Libertadores al perder 2 a 1 ante el poderoso Santos en Pacaembu, San Pablo, Brasil. Si bien es verdad que lo importante en fútbol es ganar y que los segundos puestos nunca brillan y son fácilmente olvidados, no debe ignorarse que desde el Mundial jugado en África el año pasado los uruguayos hemos revivido el orgullo perdido años atrás y de alguna manera estamos en camino de ser la potencia futbolera que fuimos, en camino de recuperar lo que supimos ser. Los primeros puestos alcanzados en las más importantes competencias mundiales son prueba de ello y hoy el mundo mira al Santos de Brasil pero ninguna crónica deportiva justa e imparcial puede ignorar la fuerza moral y espiritual de Peñarol que además de ser un digno rival advierte al mundo que Uruguay está nuevamente en competencia y hace honor a su magnífica historia.

Ello debe enorgullecer a todos, inclusive a los simpatizantes de otros clubes, también a los tricolores. Debemos aprender que cuando a cualquier club le va bien en lo internacional, le va bien a todo el futbol uruguayo. Pero no solo al fútbol, sino al país, a los ciudadanos en razón de que la magia de ese deporte es tan fabulosa que despierta y remueve pasiones. El desafío está en saber canalizarlas positivamente, y los uruguayos hemos probado que sabemos hacerlo, y el sentimiento de unidad que se vivió primero y de forma excepcional con la Copa del Mundo, y en menor medida ahora, nos ha permitido demostrarnos que podemos superar diferencias y ser un pueblo más unido.

Una campaña positiva que debe ser valorada.
No todo el mundo lo entiende así y anoche al finalizar el encuentro que daba el triunfo a Santos seguramente hubo muchos que se alegraron por la derrota aurinegra, pero observando la sociedad, escuchando diferentes emisoras de radio, leyendo los comentarios de los compatriotas en las redes sociales, puedo asegurar que había un claro y marcado sentimiento oriental, patriota, por el cual buena parte de nosotros, sin importar cuál fuera el club de nuestros amores, deseábamos que Peñarol se irguiera como el campeón de América.

La derrota liquidó ese deseo y la ilusión de miles de uruguayos, muchos de ellos reunidos desde tempranas horas de la tarde en distintos puntos de Montevideo, y creo no equivocarme al pensar que en el interior y en el exterior fue igual. Lo que sobrevivió en cambio, fue ese sentimiento positivo de que jugaba un equipo de los nuestros, de acá, y por lo tanto era ineludible apoyarlo.

Al perder Peñarol de alguna forma también perdió Uruguay. Y esta afirmación que puede parecer una exageración o despropósito no lo es si pensamos cómo hubiera amanecido Uruguay hoy si el resultado hubiera sido diferente.

Santos es el justo campeón, pero Peñarol luchó hasta el último minuto y en determinado momento del partido el equipo brasilero temió un empate 2 a 2 que hubiera generado un alargue que no le favorecía. Por eso mañana, cuando la delegación deportiva llegue a las 18.30 a Carrasco, hay que sumarse al recibimiento y hacerlo en orden, para que nada manche la fiesta del club, los jugadores, hinchas y de los uruguayos.

Líber del Fuerte.  

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