El tema en Uruguay y de todos los
uruguayos hoy es, evidentemente, el fútbol y la conquista de la 15ta. Copa
América. Pero hay otros temas en la agenda, por más que los diarios, las radios
y los canales de televisión centren su información en el evento deportivo que
nos tiene a todos muy contentos y orgullosos. La tragedia ocurrida el viernes en Noruega que costó la vida a 93
personas, dejó muchísimos heridos y desaparecidos y cuyo responsable es un
hombre de 32 años, de nombre Anders Behring Breivik, no debe sernos indiferente
aunque haya ocurrido a miles de kilómetros de nuestra país, y en un contexto
totalmente ajeno. En un mundo cada vez más cercano esos kilómetros que no
separan de Oslo y Utoya no son nada.
Los objetivos de sus ataques
fueron las oficinas del primer ministro y un campamento de jóvenes del partido
laborista, muchos de ellos menores de edad, entre 14 y 18 años y de acuerdo a
lo informado Breivik se entregó a las
autoridades porque desea explicar públicamente su accionar, reconoció haber
sido el autor de la matanza pero no reconoce su responsabilidad penal. Que haya
sido detenido sin resistencia ni violencia ya es de por sí curioso debido a que
quienes asumen estas actitudes criminales y brutales suelen suicidarse.
La cara del homicida. (Foto de El País). |
MANIFIESTO. Según informa la BBC
en su página Web, el hombre escribió por
varios años un manifiesto que totalizó las 1.518 páginas titulado “2083:
declaración de independencia europea”, en el que ataca el multiculturalismo, el marxismo, las mujeres, y a los
inmigrantes entre otros, y su última entrada la publicó el viernes a las
12.51 horas, tres horas antes de que estalla la bomba es Oslo. Las últimas
palabras del manifiesto son “pienso que esta será mi última entrada. Son las
12.51 del viernes 22 de julio”.
Para el psicólogo clínico forense Ian Stephern el texto escrito por
Breivik es “uno de los documentos más
temibles que haya leído nunca”, el que “fue escrito por un hombre
absolutamente meticuloso en el desarrollo de su filosofía” y “contiene una
especie de historia de vida combinado con un CV y cosas así”.
El profesional comentó también
que en la lectura del manifiesto pueden verse los problemas de personalidad de
su creador. “En este caso particular, hay
un grado considerable de obsesión que se fue desarrollando y la forma en que
razonó y justificó esa necesidad de llegar a la acción y actuar de la forma en
que lo hizo. Porque es un hombre del todo enajenado y la personalidad es
bastante psicópata”.
Observa Ian Stephern que de haberse conocido el escrito con
anticipación hubiese servido como una señal de alerta. “No hay duda: el
documento contiene detalles de su
colección de armas, la forma en que reunió todos los explosivos, etcétera,
detalles gráficos de los iba a hacer”.
El objetivo del homicida era realizar “una guerra preventiva contra los
regímenes culturalmente marxistas/multiculturales de Europa”, “rechazar, vencer
o debilitar la invasión/colonización islámica en curso, para tener una ventaja
estratégica en una guerra inevitable
antes que la amenaza se materialice”. “La hora de la resistencia armada sonó”,
escribió.
De acuerdo a ley noruega Breivik
podrá estar 21 años en la cárcel, aunque la sentencia puede extenderse si el
procesado constituye una amenaza pública.
DETALLES ATERRADORES. La maldad
del noruego de 32 años se observa no solo en la meticulosidad de su accionar
sino en el tipo de municiones que
utilizó: balas para matar elefantes, estas son de tipo “expansivo” y por
ellos sumamente destructoras. El Dr. Colin Poole dijo que las balas estallan dentro del cuerpo de sus víctimas y de esa forma
dañan todos sus órganos haciendo muy difícil o imposible su recuperación.
El manifiesto, además de una
proclama ideológica, es un diario de trabajo en el que Breivik detallaba el avance de su trabajo preparatorio. Escribió
estar “en un cambio de fase de mi proyecto”, y en ese cambio fundó una empresa minera y una
granja justificando así la compra de productos explosivos y de fertilizantes
útiles para fabricar bombas. “Ahora tengo que comprar legalmente un fusil semiautomático
y una (pistola) Glock.
El diario “El País” informó que
en mayo de 2011 detalló la compra de explosivos y sus desplazamientos, y arriba de una lista de productos necesarios
para fabricar una bomba anotó irónicamente que “todo esto debe ser fácil de
comprar, a menos que uno se llame Abdulá Rachid Mohamed”.
La BBC también dio a conocer que
Anders Breivik tenía páginas de apoyo en redes sociales en Rusia, y los
responsables del sitio vkontake.ru las
eliminaron.
COMENTARIO. Lo básico. Si algo
puede enseñarnos una mentalidad como la del personaje que hoy es triste
celebridad en el mundo, es su ironía sobre lo fácil que es para cualquiera
adquirir armas o elementos para fabricar bombas (“todo esto debe ser fácil de comprar, a menos que uno se llame Abdulá
Rachid Mohamed”, escribió).
Estamos acostumbrados a creer que
los malos vienen de afuera, de otras tierras, y no vemos que aquí, entre
nosotros, puede estar la semilla del mal. Cualquier
Pérez, López, García o del Fuerte puede hoy o mañana despertarnos con el estruendo
de una bomba, y cualquier ciudad del mundo puede ser el escenario elegido por
el homicida.
Por otra parte es preocupante la incapacidad de las autoridades de
detectar estas amenazas. Ya no solo las aparecidas en Internet a través de
textos, videos o fotografías, sino las más simples como la compra de
dispositivos y productos para armar una bomba y fusiles de alto poder
destructivo. Se me ocurre que tal vez el propio Breivik quería, con sus anuncios y publicidad de sus acciones, ser detenido antes de cometer el crimen, pero eso nunca lo sabremos...
Finalmente algo que repito desde
hace mucho tiempo, que parece obvio pero que debemos explicitar: el mal existe
y no todo lo que parece bueno lo es. Existen y siempre hay – y habrá – personas
que a pesar de la simpatía o aparente inocencia, están dispuestas a cargar con
el mal y materializarlo. A veces en forma de atentados como el de Noruega que
despierta la indignación de todos, pero otras mucho más sutiles y por eso no
tan claras para todos, ni siquiera para sus víctimas.
Líber del Fuerte.
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