COMENTO. La sociedad
uruguaya mantiene, desde 1985, un amplio y muy activo debate sobre los Derechos
Humanos. Esta fue una de las polémicas más trascendentes en el primer gobierno
democrático encabezado por el Dr. Julio Sanguinetti, pues él incluye aristas
filosóficas, ideológicas, políticas y por supuesto humanas muy profundas, y
desde entonces se ha mantenido por más de un cuarto de siglo, con intensidad
intermitente, pero siempre presente. Recuerdo haber escuchado al presidente
José Mujica decir en cierta oportunidad que el de los desaparecidos y los
Derechos Humanos es una cuenta pendiente que sólo se superará cuando las
generaciones que participaron de los enfrentamientos hayan fallecido, pero creo
que el presidente se equivoca porque desde
las llamadas “organizaciones sociales” (madres, hijos, nietos) se alimenta la
dinámica del reclamo para mantener viva la herida social y poner siempre y a
cualquier costo el tema en el debate político.
DERECHOS HUMANOS COMO ARMA POLITICA. Es necesario precisar que todos
entendemos los argumentos de aquellos que reclaman que se investiguen las
desapariciones y/o muertes de sus seres queridos. Entendemos el dolor y la necesidad psicológica de encontrar respuestas,
como el propio Valentín Enseñat lo ha dicho, responder el por qué, quién y el
cómo. Hace años Luisa Cuesta se refirió al tema en el semanario Búsqueda reclamando
la necesidad psicológica y su derecho de tener un lugar determinado en el que
depositar una flor.
El problema es cuando se hace del
dolor natural y comprensible un instrumento político, una herramienta de
activismo social permanente con un objetivo ideológico y muchas veces partidario,
lo que fue denunciado por la propia Cuesta en el libro “Viejos son los trapos”
al ser entrevistada por Raúl Ronzoni y Mauricio Rodríguez.
Como sabemos el Frente Amplió
utilizó la noble consigna de los Derechos Humanos y el dolor de los familiares
de ciudadanos desaparecidos durante la
dictadura como un arma política y movilizadora de primera línea detrás de la
cual se alinearon no solo los involucrados que veían en aquella bandera a su
seres queridos, sino también muchos jóvenes idealistas, pues ¿cómo y quién
puede permanecer indiferente o dar la espalda a un llamado de defensa de los
derechos humanos? Durante veinte años,
desde 1985 a 2005, la izquierda se identificó con la anulación de la Ley de
Caducidad y pretendió hacernos creer que los desaparecidos continuaban siendo
tales por la inacción o maldad de los gobernantes de turno y que con
voluntad política se solucionaría esa cuenta pendiente dolorosa.
Con ese discurso, a veces más o menos explícito, a veces más o menos
implícito, dependiendo de la necesidad estratégica del momento, la izquierda
fue alimentando esperanzas, y cuando en 2004 Tabaré Vázquez ganó las elecciones
y obtuvo mayorías en ambas cámaras como no conoce la historia parlamentaria
reciente, las madres, los hijos y todos los ciudadanos que durante muchos años
lucharon por los Derechos Humanos creyeron que la lucha llegaba al final, que
eran victoriosos y que verían el nombre y la memoria de sus seres queridos reivindicados…
Pero no fue así.
El 20 de mayo de 2005, recién inaugurado el gobierno del Dr. Tabaré
Vázquez, se llevó a cabo la décima Marcha del Silencio, la primera en que
participó un presidente y de acuerdo a las crónicas del momento, el mandatario deseo que “sea la última” porque
confiaba en que en el correr de ese año “se aclare qué fue lo que sucedió con
los detenidos desaparecidos y todos reconozcamos nuestros errores”. El
entonces ministro de Trabajo (hoy del Interior) Eduardo Bonomi expresó a la
prensa que aquella era la primera Marcha que “no es de presión al gobierno sino
que está en línea con él”. El periodista Gerardo Bleier (hijo de Eduardo
Bleier, un militante comunista desaparecido) consideró que aquella marcha de
2005 no era una marcha más porque “se ha producido un cambio cultural en la
sociedad uruguaya que terminó por resquebrajar la impunidad”.
Los años han pasado y mucha agua ha corrido. Los más optimistas o
quienes se niegan a ver la realidad dicen que algo se ha avanzado, sin embargo este año (el 20 de mayo) se llevó a cabo la
16ta. Marcha del Silencio con las mismas o similares consignas de siempre
cuando gobernaban los Partidos Tradicionales: “Verdad y Justicia, derechos de
todos, responsabilidad del Estado”.
PROGRAMA DEL FA. Si el lector ingresa en la página web del Frente Amplio
encontrará allí el Programa 2010-2015,
y en uno de sus pasajes dice clara y textualmente: “La cultura de la impunidad
que ha impregnado el accionar de los gobiernos luego de recuperada la
democracia deberá quedar definitivamente atrás y en su lugar se forjará una
cultura en el respeto a los derechos humanos para los cuales es imprescindible
cumplir con el mandato del Congreso anterior de adecuar ‘la legislación interna
a los tratados internacionales ratificados por el país’, incluyendo la anulación de la Ley de Caducidad de la Pretensión
Punitiva del Estado, principal estamento de impunidad” (Programa de
Gobierno, V Congreso Extraordinario Zelmar Michelini 13 y 14 de diciembre de
2008. Capítulo Uruguay Democrático; c) Líneas de Perspectiva para el próximo
quinquenio 2010/2015, página 130).
OTRA CUENTA PENDIENTE. Pero si estamos de acuerdo en que los Derechos Humanos en los cuales se enmarca
el Día Internacional del Desaparecido son universales, esto es abarcan a
todos los seres humanos, e incluye a
todos los ciudadanos uruguayos, el gobierno no debería bajo ningún concepto
aceptar y mucho menos hacer política partidaria con ellos, siendo su obligación
atender todas las violaciones a los derechos humanos por igual, sin medir la ideología
política de la víctima.
Exhumación del peón rural Pascacio Baez Mena, asesinado por la guerrilla tupamara. ¿Para él no hay derechos humanos? |
No se me confunda ni mal interprete. No defiendo a dictadores de ningún
color, si a los familiares de las
víctimas de la guerrilla tupamara que irrumpió en el país en los años 60 contra
la democracia vigente entonces. Mientras
los ciudadanos muertos por balas guerrilleras, torturados por manos tupamaras y
secuestrados no tengan el mismo tratamiento que si tienen los que se alinearon
detrás de la izquierda, Uruguay entero vivirá en permanente injusticia y los
discursos que se digan carecerán de sentido.
Pero pretender que el FA actúe con equilibro en este tema es una quimera
imposible. Si a sus militantes y simpatizantes los ha embaucado con un doble
discurso e intereses meramente militantes y electorales, ¿cómo esperar que sea
justo con aquellos que murieron defendiendo las legítimas instituciones
democráticas que ellos quisieron derribar?
Líber del Fuerte.
1 comentarios:
¡Muy justo tu artículo Líber del Fuerte!
En 1985 se otorgó la amnistía a los tupamaros. En 1986 se otorgó la amnistía a los militares.
Si se habla de impunidad para los militares, debería hablarse de impunidad para los tupamaros. Gracias a aquella amnistía, Mujica recuperó la libertad.
Tengamos muy en cuenta que los tupamaros atentaron contra la democracia desde los años 60. No lucharon contra la dictadura, porque para ese entonces estaban derrotados por los policías y militares.
En 1980, en un hecho muy peculiar, la dictadura respetó el resultado del plebiscito que le fue adverso.
Sin embargo, en los tiempos actuales, el gobierno del FA no respeta lo votado en dos elecciones por la ciudadanía(1989 y 2009), en relación a mantener la Ley de Caducidad.
Es muy importante tu exposición Líber porque representa un aporte para ver los hechos en toda su dimensión y contemplando a todas las partes y aplicando la universalidad de los Derechos Humanos. Si la izquierda solamente ve a las víctimas de un lado, entonces NO respeta los derechos humanos.
Los demócratas debemos vigilar que no se siga contando la historia al revés o recortada.
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