No me gusta lo que leo en los
medios de comunicación. Ha decir verdad no
es cuestión de gustos, sino de miedos…, o por lo menos preocupación. La
crisis de Estados Unidos, el quiebre económico en Europa, la delicada situación
de los mercados que generan incertidumbre, la violencia en Londres, Manchester,
Liverpool y Birminghan con el consecuente riesgo de contagio a otras naciones
europeas; los efectos de la caída de las bolsas, las debilidades de España e
Italia…, en fin, desde el Norte no vienen buenas noticias sino un panorama que,
por decir lo menos, es incierto y por eso preocupante.
El País de hoy publica un artículo
titulado “Trece claves para entender lo que ocurre y como afectará a
Uruguay”, de Marcela Dobal. Entre otras cosas dice el citado análisis que “el
verdadero problema se está gestando en
algunas economías europeas”, y cita palabras de Tamara Schandy, gerente de
asesoramiento económico de la consultora Deloitte que afirma: “La situación en
Europa sigue siendo relativamente incierta y todavía está presente el riesgo de
una agudización de la crisis fiscal en España y/o Italia, lo cual cambiará la
dimensión del problema y potencialmente puede tener impactos más persistentes sobre
el impacto económico internacional”.
Y ese impacto en lo internacional
es lo que puede afectarnos porque no sería raro que el comercio se enlentezca,
los créditos se dificulten y la inversión descienda. Y si esto ocurre Uruguay pierde
velocidad de crecimiento, puede estancarse y eventualmente retroceder con las
conocidas consecuencias para la economía, las empresas y los trabajadores. Estos
últimos los más desprotegidos y los que suelen pagan la peor parte de las
crisis.
El mundo en crisis. (Dibujo de vulcano.wordpress.com) |
No soy el único preocupado por
esta situación. Muchos lectores de este blog comparten conmigo esa sensación y desde el gobierno se han dado señales en el
mismo sentido. Ayer la prensa informaba que el Gabinete Productivo analizó
la crisis internacional y el ministro de Economía Fernando Lorenzo hablo sobre
la necesidad de “no generar alarma” y que “el país está blindado económicamente”.
Pero el ministro de Industria, Roberto
Kreimerman, expresó que el país tomó las precauciones necesarias, sin embargo
define como “impredecible” el riesgo de Italia, Grecia y Estados Unidos que
estuvo al borde del default.
Es tanta la incertidumbre que el
7 de agosto el mismo presidente José Mujica señaló que la crisis de los países
desarrollados no causara una “debacle” en Uruguay, y que tiene “confianza en
las prevenciones que se han tomado y en el estado de la economía uruguaya” que “tiene
un poder de resistencia importante”.
Y agregó que no solo nuestro país esta preparado, sino la región. “América Latina, desde Colombia hacia
abajo, por un montón de factores está bien plantada y fuerte, y tal vez sea la
región del mundo en mejores condiciones para soportar esta incertidumbre en la
que está el mundo de hoy”.
“Uruguay tiene tres años para
adelante financiado en base a sus obligaciones (…). Tengo confianza, aunque se que es grave el horizonte internacional”,
dijo el mandatario a radio El Espectador. Y fue tajante, claro al afirmar: “lo
que está claro es que no vamos a vivir
un 2002”.
COMENTO. La situación
internacional genera muchas vacilaciones. Escuchar o leer a los principales
economistas es frustrante pues ninguno
se atreve a salir de la prudente especulación. Y aquellos que intentan darnos
tranquilidad responden a una estrategia del gobierno, claro las autoridades
no pueden hacer otra cosa que darnos una seguridad que, saben, es limitada. Cuando
Mujica dice “no vamos a vivir un 2002” está expresando un deseo, su esperanza,
pero nunca la certeza. Porque así como Jorge Batlle no pudo saber lo que
sucedería hasta que sucedió, tampoco puede hacerlo José Mujica. Y no es mala fe
ni ignorancia, sino que así es la economía, y un país pequeño como Uruguay,
dependiente de otros, de esos otros que hoy se tambalean.
Líber del Fuerte.
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