17 agosto 2011

URUGUAY: DADAISMO POLÍTICO.

El dadaísmo es una corriente artística nacida en 1913 y caracterizada por su espíritu subversivo e irracional, además de negar los valores básicos del la creación artística.

Una de las teorías sobre el nacimiento del nombre Dadá dice que el rumano Tristan Tzara fue quien impuso el término al abrir al azar un diccionario y toparse con la palabra dadá que no poseía entonces significado alguno, lo que cayó muy bien como nombre a una corriente que quería definirse por la protesta, la negación de normas estéticas preestablecidas y la improvisación. Tzara fue también el que llevó la creación literaria dadaísta a los extremos más insospechados basado en una extraña receta que decía “Agarre un periódico. Agarre una tijera. Escoja en el periódico un artículo de la longitud que quiera darle a su poema. Recorte el artículo. Recorte en seguida con cuidado cada una de las palabras que forman el artículo y métalas en una bolsa. Agítela suavemente. Ahora saque cada recorte uno tras otro. Copie concienzudamente en el orden en que hayan salido de la bolsa. El poema se parecerá a usted…” Como vemos, una ridiculez; la irracionalidad llevada al máximo. Pero lo grave es que quienes esto proponían no eran seres irracionales sino pensantes. Y en este punto el dadaísmo me recuerda a la actual política de gobierno: la improvisación llevada adelante sistemáticamente por seres racionales que cuando eran oposición decían tener un proyecto de país serio, pensado y acabado.

¿De qué forma llamar sino algunas propuestas de gobierno, algunas salidas no de algún trasnochado dirigente o diputado de tercer nivel, sino del corazón, el alma y la boca del propio mandatario, como por ejemplo al la privatización de las dunas de Cabo Polonio o el impuesto a la tierra, por solo mencionar dos ejemplos?

Hoy leo eN los medios de comunicación una noticia sorprendente. A alguien del gobierno se le ocurrió agitar la bolsa de las propuestas y tomar al azar los recortes previamente puestos allí que, para mal de todos, se vinculan al Instituto del Niño y el Adolescente del Uruguay (INAU).

La prensa informa que el INAU y el Ministerio de Defensa estudian la posibilidad de que los menores de 18 años próximos a cumplir la pena de internación realicen cursos en las Fuerzas Armadas a fin de tener un oficio para lograr una salida laboral.

La iniciativa parece, a simple vista y sin analizar, positiva. Pero no se entiende el vínculo con las Fuerzas Armadas cuando, como el propio INAU lo ha dicho, se han mantenido conversaciones con el Instituto Nacional de Empleo y Formación  Profesional (INEFOP) con el  mismo fin, lo cual parece más lógico. O ¿por qué no pensar en el Consejo de Educación Técnico Profesional (CETP-UTU)?

¿Se pretende “encauzar” a los infractores mediante la disciplina militar que se aplicará en esos cursos brindados por militares en instituciones militares? ¿Los instructores militares están capacitados para tratar con jóvenes conflictivos? ¿Cuáles son esos oficios en los cuales se los instruirá? ¿De qué forma esta iniciativa afectas a las Fuerzas Armadas a las que se les dará una tarea para la cual no están preparadas? ¿No hay instituciones civiles capaces de llevar adelante esa función pedagógica?
Militares: ¿los nuevos educandos de los menores infractores?
(Foto de fotosmilitares.org)

El mundo militar es muy particular en muchos aspectos. Es la única profesión del mundo en la cual se enseña a matar a otro ser humano; la única de férrea disciplina; extremadamente jerárquica, verticalista y cuyos códigos escapan a la sociedad. No veo cómo pueden introducirse menores infractores en ese mundo como educandos de instructores profesionales que están impregnados de militarismo.

¿Qué ha cambiado que ya no se necesitan instructores especialmente preparados para las características especiales de los menores en conflicto con la ley?

Creo que la propuesta revela el fracaso del INAU en la educación y formación de los menores, algo que la sociedad sabe porque sufre el acometimiento de estos, pero esta vez y de forma indirecta el INAU lo reconoce al intentar poner en manos de militares su reeducación.

Paralelamente se observa un permanente intento del gobierno por mostrar a las Fuerzas Armadas como útiles a la sociedad. De esta forma se las incluye una y otra vez en tareas que no son propias de los militares (por ejemplo la custodia perimetral de las cárceles, lo que viene de gobiernos anteriores) pero que deforman su naturaleza, y el trato directo con menores internados es un paso demasiado largo en ese sentido. Si lo que se trata es de dar una imagen de utilidad, pues que lo hagan cumpliendo con la tarea que la Constitución y la ley les encomienda y no improvisando como Tzara hacía en sus creaciones artísticas que resultaron un mamarracho.

La República informa que para concretar la formación laboral por parte de instructores militares debe contarse con la autorización judicial. Se me ocurre que los jueces de menores y adolescentes no apoyarán una idea como la propuesta por el INAU, pues ¿qué autoriza a este a delegar en los militares la formación de los adolescentes?, y la iniciativa caerá en el fracaso, como ocurrió recientemente con los módulos metálicos.

Líber del Fuerte.

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